20 años: ¿soy (in)dependiente (emocional)?

Se habla mucho de la dependencia emocional, pero ¿qué hacemos al respecto?

Emociones09 de noviembre de 2024Natalia BeDiNatalia BeDi

La dependencia emocional es un apego patológico que tiene lugar en las relaciones personales, ya sean de amistad, familiares o de pareja, y que ha tomado un significativo lugar en la actualidad debido al modo de desarrollo de los vínculos humanos. Los individuos que experimentan este tipo de relaciones, entregan la batuta de su bienestar a otras personas, convirtiéndose de manera voluntaria pero inconsciente, en esclavos de su propia emocionalidad. El deseo de pertenencia y afecto se vuelve un aspecto nocivo al tratarse de una manifestación de amor forzada o por compromiso, con el fin de satisfacer y cubrir la necesidad de uno de los involucrados. 

Hasta cierto punto, todas las personas tenemos dependencia afectiva, sin embargo, se debe cuidar que ésta sea sana y no el motivo ni soporte de las relaciones. El problema existe cuando una persona se deja controlar por la aprobación o por un miedo irracional de estar emocionalmente solo.

Uno de los principales efectos de la dependencia emocional es la pérdida de nuestra autonomía. Nos volvemos incapaces de tomar decisiones por nosotros mismos y nos aferramos desesperadamente a la presencia y aprobación de los demás. Nos convertimos en personas sumisas, dispuestas a renunciar a nuestra propia felicidad con tal de mantener una relación, incluso si esto implica sacrificios. De hecho, en muchos casos, las personas con un alto grado de dependencia emocional están con parejas explotadoras, narcisistas, manipuladoras, poco empáticas y afectuosas, con complejo de superioridad y que parecen muy seguros de sí mismos. Esto resulta sumamente dañino para la otra parte, porque a costa de tener compañía, soportan todo tipo de actitudes, así éstas incluyan maltrato físico o psicológico. 

En el corazón de la dependencia se encuentran el miedo a la soledad y a la pérdida, lo que nos lleva a buscar constantemente la validación y la aceptación de los demás. Sin embargo, esta búsqueda puede ser destructiva, ya que nos priva de nuestra propia identidad y nos hace vulnerables a la manipulación y el abuso. Una persona dependiente es capaz de soportar desprecios, humillaciones y se dispone a obedecer a todo lo que propone su pareja (o el otro en la relación) por miedo a ser abandonado. Lo peor de todo, es que la persona afectada reconoce el maltrato, más no es capaz de terminar la relación, y en ocasiones, se auto culpa por todas las fallas de la misma con tal de no perder a la otra persona, pues creen que solo a su lado pueden ser felices. 

La codependencia o dependencia emocional puede ser difícil de superar, pero con el apoyo adecuado se puede recuperar y reconstruir una relación sana antes de incrementar las consecuencias e inseguridades. Éstas provienen de la necesidad de que alguna persona reafirme nuestras acciones, depositando nuestra esencia en manos ajenas, como bien dice la frase: “yo soy si tú me das permiso”.

La dependencia emocional también se puede tratar sobre querer pertenecer a un estatus social, tendencia de moda, etc., que si no se tienen, la persona cree que su valor disminuye. Mucha gente tiende a buscar afirmación externa de sus acciones, para pretender que sea otro quien tome la decisión. Hasta cierto punto es normal preguntar y pedir opiniones, sin embargo, llegar a un punto en el que la persona es incapaz de tomar decisiones por sí misma, resulta ya parte de un problema emocional.

Además, la dependencia emocional nos aleja del amor propio. Nos subestimamos y creemos que solo a través de la aprobación de los demás podemos sentirnos valiosos y amados. Pasamos nuestras propias necesidades a un segundo plano mientras nos enfocamos en complacer a los demás. Este patrón de comportamiento nos lleva a relacionarnos con personas que pueden ser emocionalmente inaccesibles o incluso abusivas, perpetuando así un ciclo tóxico y dañino.

Es importante reconocer cuando las relaciones no aportan, y por el contrario, generan problemas, antes de que salir de ellas se convierta en un reto más demandante. Asimismo, es crucial desarrollar una red de apoyo y buscar ayuda profesional si es necesario. Compartir nuestras experiencias con personas de confianza puede brindarnos perspectivas diferentes y aliviar el peso emocional que llevamos. 

En conclusión, la dependencia emocional es un patrón de comportamientos que pueden tener un impacto negativo en la vida de las personas.  Quienes la experimentan pueden llegar a sentirse atrapados y tener dificultades al poner límites, sentirse solos o inseguros. Para liberarnos de ella, es fundamental comenzar a cultivar una relación sana y amorosa con nosotros mismos. Necesitamos reconocer que somos seres completos por derecho propio y que nuestra felicidad no depende exclusivamente de otros. Al desarrollar una mayor autoestima y confianza en nuestras habilidades, podemos tomar decisiones más acertadas y buscar relaciones equilibradas y enriquecedoras. 

Es importante también aprender a establecer límites saludables en nuestras relaciones. Esto implica reconocer y comunicar nuestras necesidades, aprender a decir "no", y a aceptar el rechazo sin que esto afecte nuestra autoestima. 

La dependencia emocional es un problema real y trascendental en nuestra sociedad, pero tenemos que recordar que la felicidad no depende de nadie más que de nosotros, por lo que no podemos depender de terceros cuando se trata de nuestras emociones. Ésta es la verdadera clave de vivir una vida pacífica y plena. Y es que mucha gente le teme al amor, pero el amor no es peligroso, la dependencia emocional sí.

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