
Los sentidos son recuerdos, recuerdos con sentido, recuerdos que sentimos.
Volabas por el pueblo, dejando con temor a quien se atreviera a observar, eras alabado y odiado, y el objetivo a quien casar.
Custodiabas el tesoro de la lujuria del hombre, riquezas a las que uno anhelaba con llegar, pero pocos podrían alcanzar.
Caballeros deseaban desafiar a aquel bestia de tamaño colosal, sin conocer cuál sería su destino fatal.
Un caótico viaje mental por un acto rutinario, donde a partir de un evento personal, que tomó meses de incertidumbre para decidir que corte iban a hacer dos metales afilados (tijeras), acompañado de un debraye sobre culturas que tienen bien establecida una identidad y característica muy particular, fuera de las prendas o ideologías, con el objetivo de escoger el corte de pelo que me hiciera sentir realmente yo de nuevo.
Sabía que el amor duele, pero, ¿con un vaso de leche?
En la noche no salen los monstruos, la noche es el monstruo (a veces)
Somos desconfiados cuando nos conviene.
Qué bonita luz la de esa hora.